Nos reunimos en la biblioteca, en la planta superior a las 20h. Asistieron: María, Julián, Anabel, Flori, Maime, Paco, Luz, Belén, Victoria, Carmen, Guillermo y, de invitada especial en su primera aparición, Yaiza.
El libro de la reunión fue Lo demás es aire de Juan Gómez Bárcena. Un innovador relato que trata de describir el paso del tiempo por la pequeña localidad cántabra de Toñanes, desde el más remoto pasado donde no existía el hombre hasta la actualidad, entremezclando las historias de sus moradores y del paisaje, para retratar cómo constituimos sólo una pequeña parte en el todo temporal y cómo pasaremos al igual que pasaron los que nos antecedieron mientras que el lugar y las sensaciones vividas permanecen.
El libro fue del gusto de la mayoría de asistentes, que vieron reflejados muchos aspectos de sus propios recuerdos, aprobando el retrato que realiza el autor del mundo rural a través de unas historias que mantienen la atención y te encariñan con algunos personajes.
Por ejemplo, María destacó que relata la vida de un pueblo pequeño tal y como fue, sin repartir culpas ni idealizar, aunque algunas partes le resultaron algo áridas o repetitivas. Se alabó de forma general esa capacidad del autor para no juzgar, para ofrecer una mirada neutral en los distintos temas políticos o humanos donde suelen oponerse visiones antagonistas.
Se comentó que las listas con las personas fallecidas (uno de los trozos que a varios les resultó poco atractivo) pueden encontrar semejanzas con las letanías católicas que se rezan, buscando dicha sonoridad e incluso Paco señaló que pueden estar relacionadas con el sol de los muertos, un pasaje de la mitología cántabra en el que los propios muertos solicitan a los vivos que recen por ellos. Carmen citó a Jon Fosse y su libro Mañana y tarde, donde se emplea también la repetición de palabras para crear ritmos con ánimo musical, ya que es otra de las disciplinas a las que se dedica este autor.
Se valoró de forma positiva el lenguaje empleado por el autor, que desliza muchos localismos (ojáncano, esguilar, tentirujo) y puntualiza que traslada las conversaciones antiguas a la forma de hablar actual para no dañar el ritmo del relato.Gustó mucho la capacidad tan certera de describir con pocas palabras, siendo somero tanto al pintar a los personajes como a los paisajes.
Se destacó la sutileza con la que el propio autor se convierte en personaje, sin adueñarse del protagonismo y dejando pistas suficientes para hacer comprender al lector que él mismo se inserta en esa rueda del tiempo que gira en cada ubicación y nos convierte en un eslabón de la cadena de su historia.
Se citó como libro relacionado Carta de Asturias de Hugh Thomas, que también transcurre en la misma zona.
Se elogió la forma en que el libro plasma la brevedad del tiempo humano frente a la perseverancia de la tierra y los lugares, cómo los empeños cotidianos nos atrapan y, sin embargo, se tornan insignificantes ante la inmensidad del tiempo. Somos efímeros y nuestras cuitas lo son más aún. El libro se articula en torno a la pérdida y también a nuestra lucha constante por conservar algo.
Belén señaló como el autor suele incluir historias sobre América en todos sus libros, en esta novela lo cumple con la historia del habitante de Toñanes que se acercó a la Antártida, aunque a ella precisamente no le gustó.
Flori recordó cuánto disfrutó en el encuentro con el autor en Llanes, le pareció una persona prudente y equilibrada, características que traslada a la obra, aunque ella prefiere otra de sus novelas: El cielo de Lima.
Yaizá cerró la reunión con una meditada (y puede que tan esperada como forzada) intervención, lamentando el ritmo al que había tenido que leer el libro para llegar a tiempo a la reunión, no obstante, realzó la sensibilidad del autor, su delicadeza para abordar los pequeños mundos emocionales de los personajes, demostrando una gran empatía y una capacidad para conferir credibilidad a todos los protagonistas de las historias.
La próxima reunión tendrá lugar el 27 de septiembre y el libro que comentaremos será Baumgartner de Paul Auster, que resultó la opción más votada frente a las otras: Reencuentro de Fred Uhlman, El desbarrancadero de Fernando Vallevjo y El chico del Maravillas de Lluis Llach.
¡qué difícil debe ser escribir! Leo mis propias palabras y estoy en desacuerdo conmigo misma, el libro me parece una maravilla en su conjunto y no hay nada que realmente no me gustara, adoré las letanías, adoré el ritmo, adoré a la amonites, bicho que a priori no aparece muy adorable, adoré cada agujero en el hecho del río, su nacimiento y su desembocadura. Así que no puedo afirmar que la historia de habitante de Toñanes que llegó a la Antártida no me gustara, he de decir que es la que menos me gustó y aún así me gustó mucho.
ResponderEliminarB.